LA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA
Colaboración
para Global Media
21
DE SEPTIEMBRE DEL 2020
La
convivencia con las personas jóvenes de las familias no siempre es la óptima,
esta pandemia ha puesto en el centro de la discusión la comunicación que tienen
las madres, los padres con sus hijas e hijos, sean adolescentes, niñas o niños.
En
muchas familias la comunicación se restringe debido a varios factores, uno de
ellos la falta de tiempo debido a las actividades que desarrollan tanto la madre
como el padre fuera del hogar en sus trabajos, las jornadas laborales impiden
que se dedique el tiempo suficiente para entrar en un diálogo con la familia.
Debemos
agregar a estas circunstancias, los tiempos que pasan niños, niñas y
adolescentes en sus hogares debido al confinamiento que generó la pandemia de
COVID-19, y en la mayoría de las ocasiones sin supervisión de personas adultas.
Las personas jóvenes han vivido meses de jornadas en casa, que buscan
alternativas de distracción y entretenimiento, implica para que las personas
adultas que guiamos un hogar y una familia busquemos oportunidades para tener
una comunicación efectiva.
Las
personas jóvenes en estos momentos se encuentran en mayor vulnerabilidad por
sus horas de permanencia en internet, en redes sociales, en las que muchas
personas están al acecho, no sólo depredadores cibernéticos, sino amistades o
contactos que también buscan válvulas de escape, y que no son siempre sanas o
ingenuas. Estas formas de convivencia que ya estaban presenten en su cotidianeidad,
se han reafirmado, sin que las personas adultas sepan con quienes se comunican,
sobre qué temas, si todas las amistades son de las mismas edades, si hay
proximidad por sus referencias escolares, o familiares, o de zona geográfica.
Hemos
visto que aunque hay una amplia comunicación hacia el exterior con sus
contactos-amistades, hay una nula comunicación hacia el interior con los demás
integrantes de las familias. Niñas, niños y adolescentes están pasando la mayor
parte de sus tiempos conectados a algún dispositivo con el propósito de llevar
a cabo sus actividades académicas, y también con esa nueva necesidad de convivencia
con amistades virtuales.
Estos
meses en que nos hemos limitado en nuestra movilidad diaria, que antes servía
también como formas de convivencia con amistades del entorno escolar, o bien
que realizaban actividades de recreación, las personas jóvenes de miles de casas
están saturados de actividades virtuales, y lo que buscan es cualquier pretexto
para poder salir de su vivienda.
Es
indispensable que reflexionemos sobre los tipos de comunicación que estamos
desarrollando con nuestras familias, que revisemos exactamente cómo nos estamos
relacionando con ellos y ellas, identificar si realmente nos comunicamos o
solamente les pedimos información, o sólo les pedimos un reporte sobre las
acciones que realizan en sus dispositivos sea la computadora, el celular, o la
tablet.
Si
no identificamos las formas de interacción, el tipo de comunicación que estamos
desarrollando en nuestros hogares, podrían sobrevenir dificultades mayores, que
incluso muchos hogares ya están padeciendo, que tienen que ver con excusas que
están diciendo las personas adolescentes para poder salir de su espacio
hogareño a convivir con amistades que muchas de las veces sólo conocen por las
redes sociales en internet, esto implica que se coloquen en una condición de
desventaja, que podría tener repercusiones incluso de ser víctimas de delitos.
Uno
de nuestros errores como sociedad, es
que damos por hecho que con la pandemia que estamos viviendo y el tiempo que se
está pasando en el hogar, tenemos una buena comunicación e interacción, pero no
es así, preguntémonos si los hijos e hijas nos tienen confianza o nos tienen
miedo.
Los
principales actos de violencia física, psicológica, verbal, económica las
encontramos dentro de los espacios del
hogar, por lo tanto en muchas de las ocasiones las hijas y los hijos no tienen
la certidumbre de que el diálogo con el padre o la madre va a poder apoyar a
resolver alguna situación que esté atravesando.
La
pandemia nos ha devuelto la mirada al hogar, tanto a padres y madres que se
cuestionan como mejorar la comunicación que ya se tiene, como aquellas familias
que se dieron que cuenta que los vínculos afectivos están desgastados entre los
miembros que integran sus entornos, haciendo muy compleja la comunicación
durante estos últimos meses, con un aumento de la violencia familiar.
Más
que decir que se debe hacer, propongo que reflexionemos sobre la comunicación
que tenemos con hijas e hijos, a partir de ello busquemos una comunicación
asertiva que se define como la buena práctica de la comunicación en donde
podamos transmitir mensajes positivos, tratando de identificar también los
procesos de inferencia y el impacto que va a tener cada una de las palabras que
podamos decirle a nuestros hijos e hijas en una situación de conflicto.
¿Cómo
podemos estar pendientes de la comunicación con nuestras familias?
a)
Revisemos
nuestros roles dentro de la familia, pensemos si lo que hacemos es comunicarnos
o informarnos de las actividades, de sus emociones, de sus percepciones.
b)
Busquemos
un acercamiento que vaya más allá de cuestionarles si cumplieron con todas y
cada una de las actividades solicitadas por en sus clases virtuales, de
apercibirles por cuestiones de carácter académicas.
c)
Tratemos
de dedicar por lo menos una hora a la semana para la interacción con nuestra
familia, pero particularmente con adolescentes de entre los 12 y los 17 años.
d)
Tratemos
de hablar con mensajes positivos que generen confianza.
Estamos conscientes
que no siempre se tiene el tiempo para convivir de una manera serena y relajada
con la familia, que el obstáculo es el tiempo que se diluye en buscar la
satisfacción de las necesidades básicas del hogar.
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