EL ACOSO CALLEJERO Y EL NIVEL DE
VIOLENCIA EN LAS CALLES
Colaboración
para el programa A Detalle en Global Media
20
MARZO DEL 2017
Cuando
hablamos de violencia contra las mujeres en las calles, quizá podamos asociarlo
a agresiones física, que pueden ir desde tocamientos, lesiones o violación. La
acoso callejero, los piropos, las palabras que parecen sólo un saludo esas
pocas veces las asociamos a actos de violencia, porque hemos hecho normal algo
que no lo es.
Las
mujeres y los hombres podemos percibir cuando un discurso es hiriente, o cuando
una serie de comentarios tienen el propósito de lastimarnos hasta afectarnos en
nuestra dignidad. ¿Qué ha pasado con el tiempo? ¿Han disminuido las palabras
que se dicen a manera de piropos en las calles?¿Qué le ocurre a una mujer
cuando se atreve a levantar la voz en contra de hombres que acosan? Hemos
normalizado actuaciones de las personas en la vía pública que claramente son
una agresión, como algo normal o como parte de la naturaleza del hombre.
En el
aspecto biológico descansamos muchas actitudes y acciones de los hombres como
algo normal o natural, nos ha costado a muchas mujeres tener que reprimir la
vergüenza de recibir comentarios obscenos o aquellos que están disfrazados de
un tamiz educativo, que nos hacen creer que no debería molestarnos. Nos han
enseñado a lo largo del tiempo que es culpa nuestra que los hombres nos hagan
comentarios hirientes, entonces cargamos con la culpa y nos quedamos calladas.
Es en
el silencio como se reproduce la violencia.
En la
Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones Humanas ENDIREH 2011[1]
se mencionó que a pesar de muchos de los
avances que se tienen gracias a los cambios en nuestras leyes y la conciencia
de género que se ha estado buscando por parte del estado y de la sociedad
civil, el contexto, la comunidad en la que nos estamos desarrollando no va al
mismo ritmo, y se generan agresiones callejeras en contra de las mujeres todos
los días, sin importar la edad.
Advierte
la ENDIREH que en el espacio comunitario, el 31. 8 porciento de las mujeres de
más de 15 años han sido víctimas de alguna agresión pública, y que van desde los insultos hasta las
violaciones, de este porcentaje “(…) 86.5%
sufrieron intimidación, 38.3 fueron víctimas de abuso sexual y 8.7% violentadas
físicamente”. [2]
Las
mujeres sobre todo las adolescentes cuando son víctimas de este tipo de
violencia lo que hacen es caminar más rápido, agacharse, tratar de llamar por
teléfono, fingir que no se escuchó, etc., por el temor de que la comunidad no
responda a apoyarles y prestarles el auxilio necesario.
Desde
hace varios años [3]
se ha buscado que se penalice el acoso sexual, en el Código penal federal en su
artículo 259 Bis, en el Capítulo
relativo al Hostigamiento sexual, abuso sexual, estupro y violación, se señala que
se procederá a petición de la víctima castigar al responsable del acoso, lo que
implica una gran responsabilidad de poder comprobar el hecho para que sea
juzgado el responsable del delito. Recientemente
en mayo del año pasado se metió una iniciativa en la Cámara de Diputados para
que se castigue con prisión de hasta cinco años. Y por vez primera se define el acoso:
“(…) Asedie , atosigue o
incordie sexualmente a persona de cualquier sexo o coaccione favores sexuales
para sí o para un tercero o realice una conducta de naturaleza o connotación
sexual indeseable para quien la recibe (…) además los comentarios lascivos de
carácter sexual o insinuaciones de carácter sexual, gestos obscenos que
resulten insoportables, intimidatorios, hostiles, humillantes u ofensivos;
tocamientos indebidos, roces
corporales, frotamientos contra el cuerpo o masturbación en lugares públicos o
de acceso público, instalaciones o vehículos destinados al transporte público”.
El caso de muchas mujeres, jóvenes o ya mayores que todos los días
reciben comentarios que no pidieron que hacen referencia o tienen una connotación
sexual debe castigarse, pero ¿Qué ocurre si alguna decide, se anima y lo
hace? Ya vimos que inmediatamente existe
la sanción colectiva en redes sociales, y los comentarios que ahí se vierten
son un claro ejemplo de la violencia en la comunidad.
Tamara de Alba una joven que fue víctima en la Ciudad de México de este
acoso verbal callejero decidió denunciar, todos y todas se lanzaron a criticarle
con comentarios claramente agresivos sobre su persona. Las mujeres y hombres
hemos normalizado que un hombre nos diga guapa, hermosa, linda, cuando no nos
gusta, habrá a muchas mujeres que les agrade recibir esos comentarios pero a
otras no y no se trata de hacer normal algo que no debe serlo.
Por los mismos días que Tamara fue víctima seguramente muchas otras
mujeres lo fueron pero no se atrevieron a denunciar por temor, porque se piensa
que no va a pasar nada, porque el hombre actuó en el anonimato y será muy
difícil poder llegar hasta él, o porque sí se le conoce y lo más seguro es que podría
tomar represalias. La persona que acosa quiere demostrar su poder y seguramente
su virilidad y busca sin duda alguna intimidar a la víctima.
Estamos observando que no sólo nos intimida la persona que nos agrede,
sino también las personas que en redes sociales avalan este tipo de situaciones
y que además queda claro que se ha llegado a normalizar la agresión verbal.
[1] Instituto Nacional de Estadística y Geografía (México). Panorama de
violencia contra las mujeres en San Luis Potosí : ENDIREH 2011 / Instituto
Nacional de Estadística y Geografía.-- México : INEGI, c2013.
[3] Al respecto véase noticia http://www.cimacnoticias.com.mx/node/39335,
en la que desde 2002 se pretendía incorporar el acoso como delito