lunes, 26 de noviembre de 2018

EL AMOR EN TIEMPOS MACHISTAS


EL AMOR EN TIEMPOS MACHISTAS
Colaboración para Global Media
26 NOVIEMBRE 2018.

Las personas tenemos como fin último ser felices, eso lo decimos siempre, de cualquier manera, y también tenemos conceptos distintos de lo que nos hace felices, pero en lo que si coincidimos todas las personas es que el amor es la clave para alcanzar la felicidad. Está como un bien intangible e inmaterial, algunas personas lo traducen a bienestar económico, social, cultural, de sobrevivencia, de tener qué comer cada día.

Así pues la felicidad la vinculamos directamente con el amor, el amor es una de las razones de la existencia de muchas personas, y el amor lo hemos asociado a la familia, a las amistades, a hijos e hijas, al trabajo, al estudio, pero sobre todo cuando decir la palabra AMOR se piensa directamente en la pareja. Entonces ahí es en donde tenemos que revisar qué pasa con la búsqueda del amor en la pareja y cuando no son las cosas tan románticas como nos las han construido, por nuestra familia, el entorno, la religión o los medios de comunicación, qué es lo que sustituye al amor y en qué momento se da una relación de poder de una persona sobre otra.

¿Qué es el amor? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tiene varias acepciones y como definición advierte que es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.  Y continúa en otra acepción que  (…) ese sentimiento nos atrae y que procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.   

Estas definiciones las tomó la RAE[1] de esa construcción social que tenemos del amor romántico, y si bien menciona al ser humano como portador del sentimiento, la carga social nos las han asignado a las mujeres, nos han dicho que tenemos esa condición natural para amar, que tenemos sentimientos como mujeres muy relacionados con el cariño, el cuidado, la atención, la ayuda, el apoyo, todo ello nos ha definido nuestra identidad de género. Se piensa en el referente colectivo que las mujeres somos amorosas y los hombres no, ellos son fuertes, lógicos, racionales, y el amor al ser un sentimiento no entra en estos conceptos.

La palabra AMOR en su origen etimológico[2], que provine del latín amoris, y se encuentra la raíz am, que significa madre, y que es la raíz de palabras como amigo o amistad.

En muchas culturas, incluyendo la nuestra las mujeres hemos sido configuradas socialmente para el amor, en palabras de Marcela Lagarde “(…) hemos sido construidas por una cultura que coloca el amor en el centro de nuestra identidad”[3], y al asignarnos esta responsabilidad, siempre debemos ser amorosas, en cualquier etapa de nuestra vida, y desde esa perspectiva es en donde nosotras nos asumimos como responsables de esa parte emocional y soñadora del amor en pareja, esa misma visión cultural justifica al hombre por no ser tan cariñoso, tan amoroso, y lo situamos como el que puede recurrir sólo al amor físico sin estar enamorado.

En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la No Violencia contra las mujeres, tratamos de escribir en este espacio, sobre lo que socialmente ocurre con el amor, las mujeres en pareja y los hombres, que han sido educados con criterios rígidos de su masculinidad;  a lo largo de mucho tiempo hemos normalizado que las relaciones de pareja estén dadas en el amor visto como posesión de la otra persona: cuando relacionamos Amor, Poder, Control en las parejas hay una mezcla que podrá generar actos de violencia en aparentemente un contexto amoroso.

El amor bajo esta combinación de poder y control ha permanecido en nuestros referentes de parejas desde hace mucho, de tal modo que se ha naturalizado que un hombre ejerza control hacia su pareja y lo justifique en la relación amorosa que se tienen, porque lo hace como un acto reflejo del propio amor, los sentimientos como algo que no puede controlar, que están ajenos a la razón, además con la excusa de que es normal que se actué de esa manera cuando hay amor.

El amor en tiempos actuales está desdibujándose de esta óptica, pero no de manera homogénea en todas las personas, algunas están conscientes de cómo hay relaciones de poder, control, violencia que parecen normales y que al darse cuenta lo están modificando; pero hay muchas más parejas que ni siquiera saben que esto es un ejercicio de poder que les conduce a cometer actos de violencia simbólica, emocional, psicológica y física, porque han sido educados en un contexto donde la violencia esta emparentada con el amor y lo han vivido siempre de esa manera.

Para mujeres y hombres es indispensable el reconocimiento de que las relaciones amorosas no deben basarse en las relaciones de poder, sino en alcanzar como personas un proyecto de vida que les ayude a ambos a saber manejar el respeto, la tolerancia y la responsabilidad en la pareja.







[1] http://dle.rae.es/?id=2PGmlay
[2] https://www.diccionariodedudas.com/etimologia-de-amor/
[3] LAGARDE, Marcela, Claves Feministas para la Negociación en el Amor

lunes, 19 de noviembre de 2018

CUANDO EL DINERO ES UN PROBLEMA: VIOLENCIA ECONÓMICA


CUANDO EL DINERO ES UN PROBLEMA: VIOLENCIA ECONÓMICA
Colaboración para Global Media
19 NOVIEMBRE 2018.

Mujeres que han vivido violencia familiar admiten, en su mayoría, tener una relación de subordinación con la pareja por cuestiones de dinero, comenzaron porque entre ambos toman la decisión de que ella se quede al cuidado y atención del hogar y de los hijos e hijas , otra porque su pareja le ordena quedarse, otra porque no tiene alguna profesión u oficio y no sabría en qué emplearse.

El dinero nos permite que como familia podamos organizar un proyecto de vida de largo plazo: nos permite poder asumir la responsabilidad de un crédito hipotecaria, de la compra de bienes muebles, de productos para el sostenimiento de la casa, de un vehículo, nos permite también poder tomar decisiones sobre la educación de los hijos e hijas. El dinero nos permite tener acceso o no a oportunidades de vida.

El dinero también es un símbolo, como advierte Marcela Lagarde en su libro Claves Feministas para la negociación en el amor[1], y lo que promete como intercambio simbólico es poder, la ausencia de dinero es la pobreza. Para las personas la realización en la vida es tener dinero para comprar lo que deseamos, no lo que nos hace falta, más ahora que estamos en una sinergia consumista que nos prometen ganancias relacionadas con la autoestima, a más dinero, mas bienes, más satisfacciones personales, más poder y más control.

Para muchas mujeres que fueron educadas en patrones machistas, era un ideal de vida y de realización personal casarse, tener hijos y vivir sin ningún problema económico, para lo que se busca un hombre que en el futuro inmediato alcanzara una fortuna.  Todo ese imaginario colectivo, ¿se extinguió?, ¿sigue vigente?, ¿perpetua el machismo?

Cuando las parejas tienen problemas de dinero, porque lo que ganan no alcanza para sostener a la familia, porque quizá ella pueda ganar más que él, o porque no tiene ingreso, se convierte en un problema de poder. El que cuenta con un mayor salario, el que maneja el dinero aunque no lo gane, es el que de alguna manera tiene el control en la relación de pareja y por tanto, está en mayores posibilidades de tomar decisiones sin consultar a nadie.

La realidad que tenernos frente a nosotros más allá de la idealización que muchos medios de comunicación plantean sobre las parejas felices, es mujeres que viven violencia económica de diferente manera.

El valor simbólico del dinero nos lleva en ocasiones a identificar las razones por las que una mujer continúa en un círculo de violencia, es muy complejo poder abandonar los privilegios que se obtienen con la parte figurada del dinero. Se debe comprender que hay de por medio una relación amorosa entre quienes conviven como familia, y que el dinero tanto su uso, como su intercambio o su ausencia, nos dejan a las mujeres en desventaja, que si no cuentan con una red de apoyo sólida, les resulta más difícil salir de una relación de pareja violenta.

En relaciones donde hay violencia familiar y ambos trabajan, cada peso es importante para los pagos y compromisos económicos que se tienen, es aún más complejo tomar decisiones para separarse y denunciar esa violencia que vive la mujer, pues se encuentra en una situación de desventaja, que le permite al hombre, en muchas ocasiones,  ejercer violencia psicológica, emocional y por supuesto económica.

Ser independiente económica y emocionalmente de la pareja a muchas mujeres les ocasiona un desgaste continuo, por lo que es importante que en esa etapa busque apoyo terapéutico para que vea sus potencialidades de autonomía económica.

Para muchas mujeres tomar la decisión de separarse de su pareja va de la mano con esa posible autonomía económica, y no es privativo de mujeres de determinado sector económico, educativo,  pero si de una formación sobre nuestras relaciones como mujeres con los hombres y de ellos con nosotras, pues persiste en ese imaginario colectivo los roles de género  de que el hombre debe ser el proveedores y la mujer quien se dedique al cuidado.

Las mujeres que viven violencia económica, psicológica, emocional, pueden recibir apoyo de diversas instituciones, ya sea de Instituto de las Mujeres del Estado, o las instancias municipales de la mujer, de los Centros de Justicia para Mujeres y de algunas organizaciones civiles, que en su mayoría son gratuitas las atenciones y asesorías.


[1] LAGARDE, Marcela, Claves Feministas para la negociación en el amor http://cdd.emakumeak.org/ficheros/0000/0538/claves-feministas.pdf

martes, 13 de noviembre de 2018

LOS CELOS, PODER Y CONTROL vs LAS MUJERES, por Gloria Serrato


LOS CELOS,  PODER Y CONTROL vs LAS MUJERES
Colaboración para Global Media
13 NOVIEMBRE 2018.

¿Los celos son normales en una relación de pareja? Las relaciones amorosas parecen tener su fundamento en la confianza, la certidumbre, el amor, el cariño, todas las relaciones sanas no tendrían espacio para emociones contrarias; sin embargo en las parejas también se generan sentimientos relacionados al temor de perder el cariño de la otra persona y algunas investigaciones psicológicas mencionan que se asemeja a una reacción “normal” de sentir amenazada la condición de vida que se tiene con la persona amada.
Durante este mes de noviembre en este espacio hablaremos de algunos temas que preocupan a las mujeres que consideran que están viviendo algún tipo de violencia con su pareja y que además no saben qué hacer y con quién acudir a solicitar apoyo y acompañamiento.
La pregunta sobre si los celos son reacciones o emociones positivas en la relación de pareja es muy frecuente,  y generalmente la hacen cuando han vivido varios episodios de violencia en los que hubo enfrentamientos entre la pareja por desconfianza y por hacerla sentir responsable de sus reacciones. Es decir, siempre con expresiones de “por tu culpa me pongo celoso”, “si tu no hubieras dado motivo”, “yo no era así, hasta que empecé a salir contigo”, “es la última vez que reacciono así” y todas estas frases con un final de solicitar perdón y asegurar que no se volverán a repetir.
Los celos se pueden estudiar desde varias ópticas, una de ellas es la psicológica en la que se da una explicación relacionada con la formación de la infancia vinculada con hechos vividos no resueltos y que le han dejado merma en su autoestima que reacciona de manera violenta ante la posibilidad de perder el control que tiene sobre su compañera.
También hay otro enfoque que tiene que ver con las condiciones sociales y culturales en los que viven y se desarrollan los hombres, en una cultura machista y misógina que privilegia la toma de decisiones de los hombres en un contexto de violencia normalizada y reproducida en los modelos del amor romántico arrastrados por generaciones, que dan una forma de lo conveniente o no que debe ser una relación de pareja.
La palabra celos tiene su origen etimológico en el latín Zelus[1] que significa Arder, probablemente también del griego zein que podemos interpretar como hervir, los diccionarios mencionan sobre este vocablo el efecto de ocasionar  ardor o pasión por algo, también menciona la sospecha e inquietud de que la persona amada tenga un interés en otra persona. Ha habido una explicación del vocablo  en la RAE[2]  vinculado al cuidado, a la diligencia, al esmero que alguien pone al hacer algo, o al interés extremado y activo que alguien siente por una causa o por una persona, pero también menciona que “es la sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra”.
La definición de dicho vocablo heredado por supuesto de una Real Academia de la Lengua Española que no acaba de aceptar la perspectiva de género, ha educado a varias generaciones construyendo una idea en el imaginario colectivo de que los celos tienen que ver con el “esmero”, el “interés extremado y activo” que alguien siente por una persona, si a esto le agregamos la representación del amor romántico como forma de diseñarnos las relaciones de pareja, se deja de lado que los celos no sólo son sentimientos sino una forma activa de mostrar el poder que se tiene de una persona sobre otra mediante la coerción emocional y psicológica.
El enfoque psicológico nos menciona que una persona se puede relacionar con otra no sólo por la atracción sino también por los aspectos negativos que le genera con respecto de problemas no resueltos que de sus relaciones anteriores o de su infancia, tales como inseguridad, temor a resultar desprestigiado, debilidad de la relación, la sensación de ser excluido y dejado de lado.
Desde un enfoque cultural y social lo que vemos es la reproducción de relaciones amorosas basadas en las relaciones de poder y los celos como agente de control para perpetuar las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, y que amparados bajo el imaginario colectivo de que los celos son a veces una reacción de amor, nos lleva a observar relaciones de pareja toxicas que se enraízan con el concepto de “celos por amor”, como aquello romántico e ingenuo.
¿Cómo nos damos cuenta que los celos van más allá de una emoción pasajera y que podría ser una forma de control?
Cuando la emoción trascienda a estado de ánimo y se perciba que se quiere dominar y ejercer poder sobre la pareja de una manera ya no sutil y disfrazada de amor, de cariño y de protección, si no que adquiera una forma agresiva y violenta.
Lo primero es apoyarse de una persona de confianza, que no juzgue que pueda acompañarnos a recibir asesoría e información que sea de utilidad para tomar decisiones sobre el futuro; segundo es necesario que se acuda con un psicólogo o psicóloga especialista en la materia para que apoye la recuperación de la autoestima, para ello existen instancias públicas que ofrecen el servicio gratuito como el Instituto de las Mujeres de San Luis Potosí (IMES) , algunas organizaciones de la sociedad civil; y como tercero es indispensable que se inicié una sólida comunicación con familiares y amistades para evitar el aislamiento que pudiera darse producto de una probable relación de pareja tóxica.
Es complejo que una mujer tome decisiones inmediatas sobre la situación que vive, pero es importante que se le apoye para que tenga las alternativas que existen en donde pueda encontrar apoyo y acompañamiento.




[1] http://etimologias.dechile.net/?celo
[2] http://dle.rae.es/?id=8A737TG|8A7sRXS

lunes, 5 de noviembre de 2018

EN CASO DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES ¿QUÉ HACER?, por Gloria Serrato


EN CASO DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES ¿QUÉ HACER?
Colaboración para Global Media
05 NOVIEMBRE 2018.

“¿Qué puedo hacer si vivo violencia con mi pareja?” Esta pregunta es recurrente, muchas mujeres ahora mismo están viviendo una situación que les resulta compleja porque el hombre con el que pretendieron formar un proyecto de vida las lastima, las agrede y dejaron de sentirse felices al lado de esa persona. Pero qué pueden hacer para identificar que lo que se vive son actos de violencia o no.

Cuando somos receptores-espectadores de una pregunta como la planteada, lo primero que nos viene a la cabeza es sugerirle a quien la hace, que deje a esa persona, y luego se corre el riesgo de insinuar que debe hacer con un sello impregnado de sermones por no haberse dado cuenta que ese hombre era violento, entonces se le reprocha el seguir en una relación toxica, y los consejos sobran: que más vale sola que mal acompañada, que no haga caso ya cambiará, que todo con el tiempo se acomoda, que muchas mujeres han salido adelante solas. Se nos hace fácil aconsejar y pedirle a la víctima que se empodere y que salga adelante.

Cuando una mujer logró identificar que vive una situación de violencia y que ha detectado que las agresiones son psicológicas, emocionales, físicas, patrimoniales, económicas es importante apoyarla para que reciba la información necesaria y útil que le ayude a tomar las decisiones que requiera en ese momento. Si le decimos “déjalo”, por supuesto que a ella le vendrán muchas ideas sobre su patrimonio, sobre sus bienes, sobre su rutina, sobre su trabajo, sobre la escuela de sus hijos e hijas, sobre a dónde irá.

Es de suma importancia que esté informada que la violencia es siempre de menos a más y que es significativo relatar a su familia la situación que vive, porque uno de los elementos claves que un hombre violento hace, es dejar sin amistades y sin diálogo con la familia.

Las mujeres que viven situaciones donde la agresión, el mal trato, los celos, tratos crueles, la crítica continua a su manera vestir, de hablar, de actuar, etc., son indicios de que las cosas se van saliendo del proyecto de vida juntos, y si a eso le agregamos que la violencia física es continua, deben contarle a una amiga, a un familiar que las respete y que estén en condiciones de acompañarla a pedir ayuda a alguna organización social que ayude a mujeres que viven violencia, a acudir a instituciones para que obtenga mayor información para que pueda denunciar los hechos que vive.

Como sociedad cada vez estamos más conscientes que la violencia contra las mujeres no es normal, que atenta contra nuestros derechos humanos, que vulnera nuestras capacidades, visibilizar la violencia es un trabajo ya de muchos años atrás y parece que debe ser una actividad continua en donde cada vez más hombres se sumen a ejercer un nuevo tipo de masculinidad, en el que hayan relaciones sentimentales más justas, más equitativas, más igualitarias.

En 1999, la ONU decretó que el 25 de noviembre de cada año se conmemorara el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, seis años antes la ONU había aprobado la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer[1], en la que se hacía hincapié que la violencia contra nosotras constituye una violación a los derechos humanos y a las libertades que nos impiden ejercerlos, además se eligió esa fecha como una forma de reparación del daño hecho en contra de las Hermanas Mirabal activistas de República Dominicana[2] que fueron asesinadas por el dictador Trujillo.

Han sido ya casi 20 años, es decir una generación de personas que se han formado en un esquema de visibilización sobre las diferentes formas de la violencia, y es necesario continuar haciendo vivible la problemática, pero también incluyendo a los hombres para que de manera conjunta vayamos dando los pasos a una sociedad igualitaria e incluyente.

El Centro Global de Mujeres Lideres ha propuesto 16 días de activismo a favor de la No Violencia contra las Mujeres, del 25 de noviembre al 10 de diciembre que se conmemoran 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos con el eslogan “Terminar con la Violencia basada en el Género en el trabajo “End Gender-Based Violencia in the World of Work”.

A las mujeres que viven violencia debemos apoyarlas, sino estamos informados de cómo podemos hacerlo hay asociaciones civiles e instituciones que les darán toda la información indispensable para que tomen decisiones, entre ellos están El Instituto de las Mujeres del Estado IMES, el Centro de Justicia para las Mujeres, el Albergue Otra Oportunidad.



[1] Declaración integra en https://undocs.org/es/A/RES/48/104
[2]Al respecto véase:  http://www.un.org/es/events/endviolenceday/background.shtml