jueves, 23 de abril de 2015

La brecha digital para las mujeres

La brecha digital para las mujeres

Las mujeres obtienen menos beneficios del acceso digital, esto se convierte en una brecha que debe subsanarse para evitar el incremento de las desigualdades entre las personas.

Las nuevas Tecnologías de la Información (TIC´s) podrían considerarse como un elemento crucial para favorecer el intercambio y flujo de información sin ningún tipo de discriminación, sin embargo la difusión de datos a través de internet y de todos los mecanismos que de ahí emergen (blogs, redes sociales, emails, etc.) no se lleva a cabo en un marco de igualdad y equidad, y en ello intervienen los procesos de una sociedad de consumo y de mercado, esto quiere decir que muchas personas especialmente mujeres, no cuentan con los recursos económicos suficientes para hacer frente a los cambios tecnológicos.
Es una de las brechas que se está gestando y que corresponde en una primera instancia resolver al Estado, y no puede solo limitarse al acceso de internet [1]  sino a los usos e intensidad de éste.  Hablar de una brecha digital se refiere a quienes sacan provecho de la cercanía con las TICs y quienes no lo pueden obtener por su condición social y económica.
No cabe duda que la brecha digital de género agravará las diferencias profesionales y laborales, en términos de salarios, estabilidad de empleo, entre otras, y además limita ya el desarrollo del comercio electrónico, retrasa las innovaciones en los servicios públicos (como darse de alta a servicios a través de internet). Si esta brecha se sabe manejar adecuadamente se reducirán, muchas de las desigualdades por las que han luchado durante décadas colectivos feministas.
De acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas [2]  en América Latina en el periodo del 2001 al 2002 (hace una década) se registró un crecimiento de un 35 por ciento de usuarios de internet, es decir de 17.6 se pasó a 35.4 millones de cibernautas, y de este número el 35 por ciento son mujeres, de acuerdo con el estudio sobre Comercio Electrónico y Desarrollo de la ONU, la cifra es alta, pues en Europa apenas un 25 de los usuarios de internet son mujeres.
Los grupos de mujeres que tienen acceso a internet están alfabetizadas y tienen un nivel de educación media y superior, además tienen poder adquisitivo para pagar la conexión ya sea en su hogar, en un cibercafé y ahora a través de su Smartphone.
En México y de acuerdo con datos del INEGI [3]  sobre el número de usuarios y usuarias arroja que las mujeres representan el 49.3% y los hombres el 50.7 por ciento.
Distribución de los usuarios de Internet por sexo y rango de edad [4]
Sexo y edad
Total 2009
Porcentaje
Total 2010
Porcentaje
Mujeres
13.5 millones
49.6%
16.2 millones
49.3%
Hombres
13.7 millones
50.4%
16.6 millones
50.7%
12 a 17 años
7.9 millones
29.1%
8.7 millones
26.5%
18 a 24 años
6.3 millones
23%
7.5 millones
23%
25 a 34 años
4.7 millones
17.2%
5.7 millones
17.3%
35 a 44 años
3.5 millones
12.8%
4 millones
12.3%

Son apenas 13.5 millones de mujeres de las 57 millones que somos, las que emplean el internet principalmente para obtener información , para comunicarse, para la educación, la capacitación y, en cuarto orden para el entretenimiento, en porcentajes mínimos lo emplean para la banca electrónica o interactuar con el gobierno. 
Se debe buscar que los usos de internet estén relacionados con el terreno laboral, para que las mujeres tengan las mismas oportunidades en situaciones como la maternidad, ya que en muchos de los casos tienen que abandonar su actividad laboral durante los primeros meses de vida de su recién nacido. Pero además debe ser una vía para apoyo y defensa de los derechos de las mujeres para el acceso a nuevas oportunidades de estudios y de trabajo que no están disponibles en los medios de comunicación tradicionales.
Las nuevas tecnologías deben ser aprovechas para disminuir las diferencias entre hombres y mujeres, sin embargo el mundo virtual pareciera de pronto que es una extensión del mundo real, en cuanto a convertirse en una prolongación de las mismas injusticias históricas y desigualdades, y que especialmente son vulnerables mujeres e infantes. Pero las ventajas las debemos tener presentes para potencializar los usos del internet en provecho de abatir esas desigualdades.
El comienzo de ciberfeminismo de apoyo a través de la web a mujeres para educación, trabajo y conciencia política se dio a partir de 1993 en la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones con la integración del grupo APC-Mujeres, en España, Australia e Inglaterra.
En México está la Asociación Mexicana de Mujeres Organizadas en Red (AMMOR) apoya a grupos de mujeres rurales y urbanas, que buscan la equidad e igualdad , de acuerdo con su página de internet agrupa a más de 200 organizaciones de mujeres de 15 estados del País. Esto nos brinda un panorama sobre la situación de las mujeres con respecto del uso de las nuevas tecnologías, a pesar de que los porcentajes de usuarios y usuarias son casi similares entre hombre y mujeres, el aprovechamiento que se hace aún no es significativo para su crecimiento educativo, cultural y laboral.




[1] http://www.mujeresenred.net, consultado abril 2015, La segunda brecha digital y las mujeres, Cecilia Castaño Collado.
[2] http://www.mujeresenred.net, Mujeres TIC y Transparencia, Valeria Vilardo, consultado abril 2015.
[4] Idem.

FEMINICIDIO, ÚLTIMO ESLABÓN DE LA CADENA DE VIOLENCIA DE GÉNERO

FEMINICIDIO, ÚLTIMO ESLABÓN DE LA CADENA DE VIOLENCIA DE GÉNERO
POR GLORIA SERRATO

Escuchamos muchas veces voces a nuestro alrededor en el sentido de que las mujeres somos responsables de que los hombres actúen violentamente en contra nuestra, pues nosotras somos los que los educamos, las que los guiamos, las que los formamos. Esa responsabilidad socialmente adquirida a partir de las diferencias biológicas nos ha limitado y nos ha encargado que asumamos este compromiso a través de los tiempos, por lo que si un varón es violento la carga de culpas se va de manera instantánea a las mujeres, tanto la madre, o la novia, o la esposa, o la alumna, o la niña.
Esas voces son aún más graves cuándo nos dicen “que tonta, cómo no lo deja, seguro le gustan las golpes, los golpes ingren” estas expresiones son cotidianas cuando nos enteramos de mujeres que son víctimas de violencia por su condición de género. ¿Cómo romper este círculo que nos envuelve y nos juzga? ¿Cómo atenuar la culpa social que nos han asignado a las mujeres? Somos responsables simbólicamente de la violencia que nos propinan, pues el contexto social se ha encargado de reforzarlo. Desde la religión, dominada por hombres, en las que es la propia biblia y toda la leyes que rigen a las jerarquías religiosas, que parten de la idea de que la mujer es inferior al hombre, Surgimos de él, de un costado, solo por citar este ejemplo.
Sin embargo coincidió completamente con la propuesta de la doctora Julia del Carmen Chávez Carapía, del centro de Estudios de la Mujer de la Escuela Nacional del Trabajo[1]  en el sentido que “la violencia es una elaboración social en la que intervienen la estructura económica, política y cultural para reproducir la construcción de las relaciones violentas es decir hay un efecto en la mente del individuo que termina por asumir los valores que su contexto social le determina; por tanto, reproduce en su vida cotidiana y de una generación a otra, relaciones de poder, dominación y sumisión tanto en la socialización familiar como en la contextual que implica los ámbitos social y cultural”.
Así que, desde éste punto de partida, no podemos hablar de que sólo es competencia de la mujer la respuesta a saber por qué es víctima de violencia y las razones por las cuáles no abandona la situación que la lleva en mucha de las ocasiones a la muerte.
Una perspectiva de estudio sobre la muerte de las mujeres en situaciones violentas a manos de un agresor que generalmente es su familiar directo, esposo, padre, novio, etc. se ha centrado en el estudio de la víctima y del agresor, dejando de lado muchos elementos de significación que nos hablan del problema fundamental: la violencia social que engendra y reproduce actos violentos contra personas que casi siempre son las más vulnerables, como son los niños y  niñas, adultos mayores y mujeres.
Tenemos que remitirnos a varios aspectos para identificar los factores que llevan a una mujer a entablar una relación que incluya sentimientos con una persona que puede conducirla a una vida cargada de actos violentos y quizá hasta asesinarla, entre ellos interrelacionar los espacios público y privado. Para ello, se ha hecho un seguimiento periodístico de los últimos meses en San Luis Potosí, saber qué se lee sobre el tema, el manejo de la información que se hace y el seguimiento que en algunos casos puede llevar una información.

Metodología:
Esta investigación la centramos en el análisis de los textos periodísticos de los medios de comunicación impresos El Sol de San Luis, El Pulso, La Razón, El Mañana de Ciudad Valles y La Jornada. El periodo de análisis son los meses de agosto, septiembre, octubre y noviembre del año 2012, se llevó un seguimiento periodístico de los actos violentos contra mujeres, dividiéndolos de la siguiente manera:
Asesinatos y Suicidios
Violaciones
Violencia de hombres a sus parejas
Violencia en general
Información de las instituciones sobre la violencia
Caso Karla Pontigo
Al llevar a cabo la revisión de los textos periodísticos fue necesario separar la información en estas clasificaciones presentadas, pues es importante reflexionar sobre las causas que originan que un hombre mate a su pareja, o la lleve al límite de sus emociones para que tome la decisión de quitarse la vida. Fue importante tomar como base de este análisis dos estudios sobre el tema, uno de ellos es el ya cita de la Doctora Julia del Carmen Chávez y el otro emprendido por la Maestra Julia Estela Monárrez Fregoso “La cultura del feminicidio en Ciudad Juárez, 1993-1999”[2]   El primero es una referencia para identificar con claridad la importancia del contexto cultural y social para identificar la violencia como un proceso de socialización y el otro documento, nos fue de utilidad para identificar un mecanismo para contar con datos sobre asesinatos de mujeres, toda vez que no existen a la fecha cifras oficiales emanadas por un banco de datos de las instituciones gubernamentales.

Asesinatos y suicidio
Se localizaron 22 textos periodísticos, que hacen referencia a 13 muertes de mujeres, de las cuales sólo tres podrían ser muertes vinculadas al crimen organizado.
En el mes de junio una joven adolescente Lupita Viramontes de 15 años fue asesinada por su ex novio y dos primos de él, la secuestraron, la asesinaron y pidió rescate haciendo creer a los padres de la menor que estaba viva. 
En septiembre ejecutan a dos jóvenes mujeres, de las que no se escribieron sus nombres, una de ellas logró llegar con vida al hospital pero ya ahí, tuvo una muerte que le pareció extraña a su familia. Estas muertes aparentemente tenían las características de hechos relacionados con el crimen organizado. Además una adolescente de 16 años fue estrangulada por su tío (que no señala el texto periodístico el nombre de la menor) relata el texto periodístico que el tío se molestó porque la jovencita conversaba con algunos amigos y la asesinó por estrangulamiento. Y una joven maestra a manos de su esposo el 10 de septiembre, en el municipio de Villa de Ramos.








[1] CHAVEZ CARAPIA, JULIA DEL CARMEN, Violencia Familiar, Cuadernos de Investigación del Centro de estudios de la Mujer, Número Uno, ETNS/UNAM, México 2005, 132 páginas.
[2] MONÁRREZ FREGOSO Julia Estela, “La cultura del feminicidio en Ciudad Juárez, 1993-1999”, Revista Frontera Norte, enero-junio, Vol. 12, número 23, El Colegio de la Frontera Norte, México, 2000.