LA NATURALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA EN
LA MÚSICA DE BANDA
Colaboración
para el programa A Detalle en Global Media
28 DE MARZO
DEL 2016
Los
mecanismos de reproducción que tiene la sociedad han sido muy cerrados a las
nuevas formas de convivencia, es a través de diferentes herramientas como nos
llevan a ver de manera natural algo que no lo es. Nos ponen en un camino en el
que parece que tomamos nuestras propias decisiones pero que en realidad las
basamos en lo que es correcto en los niveles de lo moral y ético, viendo estos
conceptos como los maneja el filósofo francés Maffesoli (2013).
Un aspecto
de la naturalización de la imagen de la mujer por su condición biológica sigue
siendo la debilidad, y se va transmitiendo en la forma en cómo nos expresamos
de nosotras, y cómo se expresan ellos de las mujeres, tanto en el discurso
oral, escrito, visual, auditivo, no verbal, y … en las canciones de banda.
La
transmisión de información se da con mayor agilidad cuando es a través de
canciones, relatos, ahora vídeos que dan imágenes sobre el referente del
pensamiento que prevalece en nuestro grupos sociales.
El
machismo y la misoginia se dejan ver en las canciones que las personas tararean,
que reproducen, que utilizan como ringtone de su teléfono, como música para
bailar, para escuchar, para ambientar el
autobús del transporte colectivo, de la calle en motonetas, etc.
La
música de banda se está convirtiendo en una buena parte, como elemento para la reproducción
del pensamiento de la mayoría de las personas, que no tiene relación con el
nivel socioeconómico, pero si con el nivel cultura y que nos deja ver el
comportamiento y conducta de muchas personas. Naturaliza la violencia hacia las
mujeres y las muestran como objeto por parte de los hombres, nos intentan
transmitir a una mujer interesada por el bienestar económico y con apertura
para la sexualidad, misma que reprimen con actos violentos.
En
esta línea están cantantes como Gerardo Ortíz, El Komander, Julión, etc., que
muestran una imagen de la mujer mexicana que no corresponde a la de realidad
cotidiana, además buscan en sus vídeos que la mujer presente una dualidad que por
un lado que cumpla con requisitos de belleza estereotipados y por el otro “cumpla”
con la condición maternizada de lo que debe ser, es decir que sea generosa,
cuidadora, siempre dispuesta a lo que el hombre pida.
A las mujeres nos han construido una imagen de seres del
amor, lo vivimos como algo que tenemos que emanar, como un deber que cumplir en
la vida. No tiene que ver ni está relacionado con valores sino con
disposiciones culturales, lo que nos han asignado a las mujeres relacionado al
aspecto biológico de albergar vida. Por tanto en los vídeos se quiere manejar
esa dualidad.
El amor
es una experiencia humana, que aprendemos a partir de nuestra convivencia con
la mamá y luego con el papá. Esa educación amorosa que recibimos desde que
somos pequeñitas y pequeñitos, no son otra cosa que las experiencias tanto de
necesidades amorosas como de prohibiciones y límites del amor.
El amor desde esta perspectiva se genera por las normas y
costumbres de la sociedad a la que pertenecemos, no es espontaneo y natural, no
hay un flechazo que Cupido lanza para sentirnos atraídos por una persona, sino
que tiene que ver con todos los proceso de aprendizaje con que hemos crecido y
nos hemos desarrollado.
Hasta aquí todo marcharía muy bien, la sociedad nos dice que
reglas debemos seguir para quedarnos como seres amorosos, pero las relaciones a
veces son desiguales y están marcadas por el poder[1] .
Al amar a alguien le damos poder sobre nosotras o nosotros, ganamos poder
cuando amamos y cuando nos aman, nos han enseñado que somos más felices si
tenemos una pareja que cumpla con las expectativas sociales.
Si hay una relación de desigualdad en la pareja y una de
ellas da más amor que la otra, estamos otorgándole determinado poder a esa
persona que no nos ama, que va a generar una experiencia de desamor, de
injusticia en el amor y por supuesto inequidad amorosa.
Las letras de canciones de Banda así como los vídeos están
mostrando una supuesta inequidad amorosa, desfavorable para el hombre, quien se
autopresenta como el bueno, proveedor, bebedor, cariño, mujeriego, pero noble y
seguro del amor que le tiene a “su Mujer”. Esa desigualdad que generalmente no
se da en la vida cotidiana, provoca que el hombre justifique la violencia hacia
las mujeres.
Las canciones y los videoclips no deben justificar la
violencia contra las mujeres.
[1]
Al respecto ver Claves feministas para la negociación
en el amor , Marcela Lagarde, Puntos de encuentro, Manuagua, Nicaragua, 2000
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