lunes, 19 de agosto de 2019

EL ESPACIO PÚBLICO, Por Gloria Serrato

 

EL ESPACIO PÚBLICO

Colaboración para Global Media: 

https://www.globalmedia.mx/articles/El-espacio-público

19 AGOSTO 2019.

Este fin de semana vivimos las opiniones divididas sobre la forma en cómo las mujeres debemos protestar para exigir el cese de la violencia contra nosotras. El tema circuló por redes sociales y se colocó en tendencia en Twitter bajo varios hashtag pero el que más menciones obtuvo fue #ASiNoMujeres, que se empleó para criticar la protesta que se realizó en la Ciudad de México y algunas ciudades del país.

Muchas mujeres desde hace varios siglos hemos hecho visible, desde diferentes ámbitos, las prácticas de poder desiguales, la violencia que vivimos como resultado de actos discriminatorios que nos han dejado en desventaja por nuestra condición biológica; las agresiones físicas, psicológicas, sexuales que cada día aún se siguen perpetrando en perjuicio de todas: niñas, jóvenes y adultas mayores.

Las mujeres nos hemos organizado para hacer ver a hombres y mujeres que somos iguales en derechos y en los hechos, ese trabajo de visibilizar una desigualdad crónica y sistemática parece que no tiene fin, y surgen nuevas formas de alentar versiones en hacernos sentir siempre responsables de la violencia que vivimos, como si nosotros la provocáramos.

El hashtag #ASiNoMujeres es una frase discriminatoria impregnada de decirnos cómo sí se deben hacerse las cosas, de “cobijarnos” en una enseñanza paternalizada, de tratarnos como culpables e inconscientes del desenfreno de la protesta. #ASiNoMujeres es un regaño, es una forma de llamar la atención no de quienes realizaron la manifestación, sino de todas aquellas personas que vivieron en redes sociales en transmisiones en vivo, de espectadores, de señalar y desacreditar los movimientos de mujeres.

#ASiNoMujeres es una estrategia de redes que emerge en el aparente anonimato y es lo que Denisse Dresser citó en su cuenta de Twitter como ejemplo de “Mansplaining” que es cómo los hombres nos deben explicar a las mujeres como hacer las cosas, que a pesar de que sabríamos cómo hacerlo, ellos recurren al tono condescendiente pero que a la vez resulta violento.

Este concepto lo empleó por primera vez Rebeca Solnit, en un artículo que escribió en 2008 “Men explain things to me”[1] que se traduce como “Los hombres me explican cosas”, y que es la perspectiva androcentrista de la masculinidad tóxica, de aquella que no alcanza a ver que más hombre viven una nueva forma de masculinidad incluyente.

En el trasfondo es volvernos a responsabilizar del curso que sigue la violencia, de culparnos por la incompetencia de quienes tienen en sus manos la justicia, el acatamiento de las políticas públicas, el cumplimiento de la sensibilización a más hombres que nos ven como iguales.

Los movimientos de mujeres siguen vigentes porque los actos de discriminación continúan. El espacio público es y ha sido el escenario para hacer ver los privilegios que muchos hombres se empeñan en mantener y que están encontrando personas aliadas que les ayudan a difundir sus ideas, poniendo como ejemplos negativos las protestas, “se desacredita su lucha”, comentan hombres y mujeres que piensan que la protesta debe ser pacifica, que debemos esperar a que las reformas a las leyes y las buenas prácticas de gobierno alcancen su cometido.

La protesta es el resultado de la indolencia de los actores políticos que han faltado a sus obligaciones trazada por organismos internacionales de derechos humanos mediante convenciones como lo es la CEDAW, Belem do Para, que nuestro país no sólo ha firmado si no ratificado y endosado en leyes. Este último documento advirtió que la violencia contra las mujeres es un acto de discriminación y por tanto es una violación a derechos humanos.

Salir a las calles, salir a las redes sociales a denunciar la apatía y desinterés de las autoridades sigue siendo un derecho que todas las personas tenemos, el Estado tiene grandes retos, uno de ellos es abatir la discriminación que nos lleva a formas de violencia que no se reselven.

 

 



[1] Tomgram: Rebecca Solnit, El Archipiélago de la Arrogancia, enlace recuperado en http://www.tomdispatch.com/post/174918/  

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