PARIDAD
DE GÉNERO EN POLÍTICA
Colaboración
para Global Media
20 DE
AGOSTO DEL 2018.
El proceso electoral que recién concluyó deja un saldo muy positivo para
repensar y reflexionar sobre la igualdad de las mujeres en la política, tema en
el que históricamente las mujeres hemos tenido una presencia limitada, hemos
empujado la inclusión mediante diversos movimientos, primero educativos y luego
sociales, para después incidir en cambios contundentes en las leyes.
Estamos en un momento histórico tramposo, porque parece que hemos
alcanzado una igualdad sustantiva en muchos campos, en el laboral, en el
educativo, en la ciencia, en el político, sin embargo no es así. Los cambios
tienen que ver modificaciones a las leyes o bien la creación de políticas
públicas que hagan pleno el disfrute de los derechos, y ahí la estafa, porque
si ha habido avances muy significativos, pero no estructurales.
Hagamos un poco de remembranza, ¿Cómo y por qué las mujeres fuimos “incluidas”
en las actividades políticas? Nuestro país es generoso en contar con mujeres
que han participado y han abierto un camino negado a las mujeres, con un costo
muy alto que incluso las primeras mujeres que ganaron una contienda electoral
en Yucatán, entre ellas Elvia Carrillo Puerto tuvieron que renunciar ante las
amenazas de muerte. Los movimientos sufragistas fueron un parteaguas para que
iniciáramos un camino muy accidentado para alcanzar más espacios en la toma de
decisiones.
Los movimientos de mujeres desde 1870 se centraron en la educación de
las mujeres, por ejemplo La Siempreviva[1]
revista fundada por Rita Cetina buscaba que las mujeres tuvieran una
instrucción educativa distinta de la que se daba en aquellos años, como era
bordar, cocinar y coser. La revista sólo era el mecanismo para analizar y publicar,
porque había un proyecto educativo para niñas denominado La Siempreviva, además
el comité de este movimiento participó con el gobierno de Yucatán para impulsar
la Ley de Orgánica de Instrucción Pública y que se abriera el Instituto
Literario para Niñas, esa entidad pionera en la educación para niñas y
jovencitas marcó toda una generación de mujeres que empujaron con mucha fuerza
los cambios para modificar las leyes y con ello la posibilidad de participar en
las elecciones, no sólo votando, sino siendo candidatas, y en 1922 fue el
primer estado que le otorga a las mujeres el derecho de votar y ser electas.
De esas fechas en adelante fue un tira y afloje, por ejemplo en San Luis
Potosí, se aprueba el voto de las mujeres en 1923, pero fue derogado en 1926.
Es hasta 1952 cuando se reformó la Constitución y logramos que las mujeres en
todo el país tuviéramos el derecho al voto, sólo que pudieron votar hasta 1955.
Nos saltamos en este texto muchos movimientos, que todos fueron importantes
para llegar a una posición de reconocimiento de derechos, que la propia Carta
de Derechos Humanos había reconocido en su Artículo 21, el 10 de diciembre de
1948.
Pero con todo y todo seguíamos siendo espectadoras de la participación
en materia política, podíamos salir a las urnas pero acompañadas, podíamos ser
candidatas pero no ganábamos. Por eso y atendiendo resoluciones y convenciones
internacionales de derechos humanos en los que se señalaba a los países
miembros de la ONU implementar las acciones y cambios necesarios para que se
nos respetaran nuestros derechos civiles, políticos, culturales, económicos,
sociales, el Estado Mexicano modificó leyes y creó otras que nos garantizarán
que podíamos ser iguales frente a la ley es decir que tenemos las mismas
oportunidades, ser reconocidas y tratadas como iguales.
En políticas nos tardamos porque nos han puestos trampas, a pesar de las
reformas a la Constitución, la creación de varias leyes, entre ellas la Ley
General de Instituciones y Procedimientos Electorales, a la aplicación de las
Acciones Afirmativas, por ejemplo no teníamos las condiciones equitativas para
que más mujeres participaran en cargos de elección popular y fue necesario
hablar de representación sustantiva, para que fueran propuestas mujeres que nos
representaran nuestros intereses, y llegamos a exigir cuotas de género como
medida temporal hasta alcanzar la igualdad plena, pero hubo que hacer nuevas
reformas a las leyes porque algunos hombres que se sintieron afectados en sus
privilegios, sobre todo los grupos internos de cada partido político, al
nombrar candidata a una mujer pusieron como suplente a un hombre, y se dio el caso
de las llamadas “Juanitas”, que una vez en la curul renunciaban y dejaban el
cargo a su suplente hombre.
Dar cabida a las acciones afirmativas o medidas temporales hasta llegar
a la paridad, es decir una
representación de 50-50 en los congresos locales, en el federal y en el senado,
es la tarea más embrollada que se ha realizado para garantizarnos nuestros
derechos; aun así alcanzamos una elección histórica porque por fin se alcanzó
el objetivo de que tuviéramos paridad en los puestos de elección popular.
Estamos hablando de 66 años de visibilizar la desigualdad real entre
hombres y mujeres en el ámbito político, es decir en votar y ser electas, tener
acceso a puestos públicos para la toma de decisiones y aún muchas personas no
alcanzar a distinguir porque la pertinencia de las medidas temporales, como
ejmplo la disputa interna que se generó en el Partido Acción Nacional, porque
una candidata plurinominal se dio cuenta que no hubo paridad al momento de
nombrar candidatos, y se aplicó el criterio de cuota de género que era de
70-30, es decir 70 por ciento para hombres y 30 por ciento para mujeres. Al
observar y argumentar que no tuvo criterios de paridad se llevó su caso al
Tribunal Electoral, que le favoreció en su resolución. El PAN en lugar de
aceptar que no se cumplió con la disposición de la paridad, optó por continuar
en tribunales a quién le dan esta posición en el Congreso del Estado de San
Luis Potosí.
¿Qué ocurre con este hecho? Que no se trata sólo de que el PAN esté
representado, porque la posición la tienen ya, sino que no se tenga perspectiva
de género para aceptar la resolución, esta en su derecho legal de impugnar la
parte afectada, sin duda, pero al tratarse de la aplicación de una acción
afirmativa para beneficio de las mujeres podría haberse aceptado sin
contratiempos. Este caso es paradigmático, porque sentará precedente para que
los partidos se lo piensen dos veces al momento de hacer sus listados de
candidaturas.
[1] Peniche
Rivero, Piedad, Rita Cetina, La Siempreviva y el Instituto Literario de Niñas:
una cuna del feminismo mexicano 1846-1908, Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM)
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