POBREZA Y MUJERES
Colaboración
para el programa A Detalle en Global Media
09 DE FEBRERO
DEL 2016
Las
familias se han transformado, hay una nueva construcción de familias que están alejadas de la idea patriarcal y
tradicional. Muchas han tenido que asumir el sostenimiento completo de un
hogar, han tenido que abandonar proyectos de estudio para trabajar y sacar a
sus hijos e hijas. De pronto eso nos hace ver las carencias por las que
atraviesan muchas mujeres todos los días, desde contar con el dinero suficiente
para comprar lo indispensable para los alimentos, transporte, salud, educación,
etc.
Las
mujeres tenemos una desventaja histórica para la posesión de bienes, que sería
uno de los principales indicadores para saber si una persona tiene o no
recursos económicos. Otro es el nivel de educación, hasta qué grado de
escolaridad llegó una mujer antes de tener participación activa en el sector
productivo.
Hemos
incursionado en el campo laboral desde hace varias décadas y cada día somos más
las mujeres trabajando, de los 53.1 millones de personas que trabajamos en
México[1],
poco más de 32 millones son hombres y más 20 millones somos mujeres. Las
mujeres han alcanzado una escolaridad de 10 años antes de tener su primer
empleo, por lo que han concluido estudios de primaria y secundaria, lo que no
les hace ganar más, y si tener que enfrentar la responsabilidad de sostener un
hogar de manera total, pues muchas de las mujeres económicamente activas no
tienen pareja.
Los
datos de 2012 señalaban que de cada 10 hogares 4 tienen como cabeza de familia
a la mujer, que por lo general tiene a los hijos y las viviendo con ella, lo
que sin duda aumenta la responsabilidad económica para el sostenimiento integro
de cada miembro de la familia. [2]
Además de acuerdo a “Hombres y mujeres en México 2013” del INEGI, se advierte
que en la mayoría de los hogares sostenidos por mujeres sólo se cuenta con el
ingreso de ella, no hay ninguna otra aportación económica, mientras que en el
caso de que los hombres son cabeza de familia es con la esposa, o la pareja con
la que comparten los gastos.
La
pobreza de las mujeres o feminización de la pobreza alcanza una escala mayor al
momento en el que pretenden adquirir una vivienda , pues tiene mayores
dificultades para acceder a un crédito hipotecario, hasta hace muy poco debían
estar casadas, por lo que comprar una casa era complicado y mejor recurrían a
rentar lo que implicaba que una buena parte de sus ingresos se fuera en ese rubro.
Generalmente cuando se adquiere una vivienda por parte de una pareja, se queda
a nombre del hombre, en el 90 por ciento de los casos de hogares sostenidos por
el hombre las viviendas está a su nombre. A las mujeres les cuesta más esfuerzo
adquirir su vivienda propia, apenas un 10 por ciento la adquiere a través de un
crédito del INFONAVIT , FOVISSSTE O FONAPO.
Para
muchas mujeres que sostienen un hogar, la idea o proyecto de seguir estudiando
queda fuera de su alcance. En los
niveles de educación básica los porcentajes de niños y de niñas inscritas y que
concluyen es muy similar, incluso en el nivel de bachillerato hay más mujeres
inscritas que hombres. Hasta los 14 años las niñas asisten a clases más que los
hombres, pero en el rango de 15 a 17 años, las mujeres dejan de asistir, en muchos de los casos por embarazos a edad
temprana. A nivel superior las mujeres también tienen mayor presencia en la
matricula, pero al finalizar la carrera son los hombres los que la concluyen.[3]
Generalmente
este fenómeno obedece a que son
las mujeres las que adquieren la responsabilidad del cuidado del hogar, hijos e
hijas al formar una familia. Sin embargo no logran concluir los estudios y
pueden sólo emplearse de manera parcial.
A
nivel de estudios de posgrado, son las mujeres las que menos concluyen una
maestría o un doctorado. El Sistema Nacional de Investigadores por ejemplo de
cada 100 miembros sólo 30 son mujeres.
Los
niveles de pobreza por supuesto los vemos todos los días cuando una mujer se
enfrenta a muchas dificultades para poder sostenerse ella y a su familia, para
poder por ejemplo pagar el transporte, los alimentos, la educación, para tratar
de sufragar los gastos básicos que se tienen para atender las necesidades,
dejando de lado su propia salud, su educación, su bienestar.
Referencias
bibliográficas:
[2] http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/integracion/sociodemografico/mujeresyhombres/2013/Myh_2013.pdf
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