EL USO POLÍTICO DE LAS MUJERES
Colaboración
para Global Media
17
DICIEMBRE 2018.
Pinta
el mundo de naranja: #EscúchameTambién
¿Las mujeres estamos mejor que hace décadas? Sin
duda en varios aspectos si, como son el laboral, social, político, económico, hemos
avanzado mucho; por supuesto que ha sido complejo el camino. En 2003 hubo
grandes esfuerzos legislativos para construir un marco legal en el que se
lograra que todos los acuerdos internacionales que México firmó en relación a
salvaguardar los derechos humanos de las mujeres se consolidara, y después de
mucho visibilizar la problemática que enfrentábamos por fin se consideraba la
vinculación entre la violencia contra las mujeres como un asunto de
discriminación.
El avance parece muy forzado aún, cómo que no es
natural el reconocimiento pleno de nuestra igualdad, cuesta mucho evitar que no
nos discriminen, en materia legal en donde se asienta la igualdad real nos
queda claro que las acciones hechas por grupos feministas dio resultado; pero
en materia de igual sustantiva, es decir aquella que en los hechos nos hace
sentir iguales, no se ha consolidado, los cambios son en las mentalidades
colectivas, por ¿dónde empezar?
La mayoría de los hombres continúan en su
cosmovisión de ser el centro de la toma de decisiones, siguen en ser los
cuidadores de nosotras. Los nuevos tiempos han cimbrado también muchas formas
de ser hombre con respecto a su relación con nosotras, y muchos se suman ya a prescindir
de los privilegios heredados históricamente y que se transmitieron en todos los
contextos, pero es difícil mirarnos de modo incluyente si desde el propio
Estado hay exclusión para atender la agenda de género.
Esta tan vinculado en nuestro ADN social los roles
estereotipados de género que resulta complejo implementar cambios que tengan un
impacto directo, certero, real en la forma en cómo nos relacionamos las mujeres
y los hombres. Algunos hombres que no tienen formación en masculinidades
difícilmente podrán asumirse a favor de nosotras, y consideran que tomando el
rol del cuidador se cumple con lo que es apoyar las acciones a favor de la
igualdad y la no discriminación. Esa es la parte más compleja, la educación.
Es urgente una Agenda de Género clara en la entidad
que tenga el tema de la reeducación como eje, de tal modo que las acciones en
favor de la no discriminación contra las mujeres, así como la prevención,
atención, erradicación y sanción de la violencia, sea realizable en términos de
planeación, que tenga metas claras y que no sean acciones aisladas de las diferentes
dependencias del ejecutivo, sino una estrategia diseñada por el Instituto de
las Mujeres del Estado, que es el órgano responsable por ley de diseñar las
políticas públicas en la materia.
Hace 15 años las propuestas hechas por la entonces
diputada federal, activista y feminista Marcela Lagarde fue que las propias
entidades diseñaran las acciones a desarrollar de acuerdo al contexto de
violencia que vivieran las mujeres. En estas décadas nos hemos orientado a
visibilizar la violencia contra las mujeres y se inició el camino para la
atención y la prevención, en el terreno
de la sanción es apenas hace poco más de un lustro que se tipificó el delito de
Feminicidio y de Violencia Familiar.
Los pasos que se dieron se centraron en la
sensibilización de los tipos de violencia dirigido a las mujeres, se trabajó en
visibilizar, en poner en marcha campañas de prevención, que no fueron exitosas,
en acciones financiadas por programas federales.
Los gobiernos estatales dejaron a la deriva una
agenda de soluciones a la problemática de violencia que enfrentan las mujeres,
no le dieron el peso que era necesario para la toma de decisiones a las
Instancias de la mujer, llámense institutos, dirección, secretaría, en algunos
estados hasta las eliminaron, dejando sin proyecto claro hacía donde iban los
cumplimientos de los acuerdos internacionales que México firmó. La estrategia
debe replantearse y deben los propios estados trabajar en políticas públicas
adecuadas a las necesidades de cada región del estado, que incluya acciones
específicas en los procesos de reeducación para hombres, que sea un plan de
largo plazo que sea perfectible y vaya más allá de medidas y proyectos para una
administración de gobierno.
Las mujeres y los hombres requerimos de una agenda
concreta que tenga metas medibles, realizables, reales y transparentes.
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