DE ROMA Y LA DISCRIMINACIÓN EN REDES SOCIALES
Colaboración
para Global Media
25
FEBRERO 2019.
Una
película que retrata los estereotipos de una sociedad mexicana clasista,
sexista, xenofóbica, nos colocó en la cima de la visión del mundo al poner a actrices
que han vivido en su experiencia propia lo que sus personajes presentan: un
México con desigualdades de género, desigualdades económicas, marginación,
pobreza, explotación laboral, humillaciones, discriminación. Eso es el México
que hemos tenido y quisiéramos que no se perpetuara.
Este
fin de semana todos hablamos en México de lo orgullosos que nos sentíamos de un
director como Alfonso Cuarón, de lo brillante de su película, de lo bien que
dibujó la vida de una familia de clase media alta de los años setentas, de la
magnífica actuación de actrices, actores. Pero aún no le daban las estatuillas
Oscars cuando los memes ya habían invadido las redes sociales. Y justo esos
memes se presentaron como el termómetro de la intolerancia, el racismo, el
machismo, la discriminación.
Ya la
actriz Yalitza Aparicio había experimentado un discurso discriminatorio de
parte de personajes de la vida pública que se lanzaron a criticar su origen, su
trabajo, su nominación al premio Oscar como mejor actriz, pero también muchas
personas que dejaron claro su tolerancia cero a vernos como iguales todas y
todos.
Apenas
pisó la alfombra roja Alfonso Cuarón acompañado de su familia, y los actos de
discriminación se publicaron en redes sociales, igual para Yalitza Aparicio,
memes de crítica sobre su condición de origen étnico.
¿Qué
ocurre con un país como el nuestro? Por un lado estamos deseosos de triunfos que
no son nuestros, de líderes que han tenido que hacer su trabajo fuera de México
porque las oportunidades fueron limitadas, pero por otro lado está lo que ha
dejado de ser el sentido del humor de los mexicanos, la crítica y entra a la escena de las redes sociales el
verdadero Yo Interno de muchas personas en nuestro país que ven los acontecimientos
desde sus privilegios, con un discurso clasista, discriminatorio, machista, que
nos coloca como una sociedad agresiva que requiere de todo un proceso de
reeducación.
La
otredad, ese conjunto de personas que se encubren entre sí, ese grupo que
siempre responsabiliza al “otro” de lo que ocurre en su alrededor; la otredad
reúne a los “diferentes” y están en el espacio que nadie quiere estar, pero va
acuñando una idea que nos distingue de los nuestros y de los de afuera, y en
esto se reflejan valores que comparte un mismo grupo.
La discriminación
se ha desplegado sobre todo en redes sociales, todas las personas seamos o no
usuarias de internet tenemos derecho a ejercer la libertad de expresión, a
poder expresar con plena libertad nuestras ideas, sobre todo en el marco de un
país en donde los medios de comunicación carecen de garantías para informarnos
de manera efectiva y transparente y por tanto las noticias que nos ofrecen
tienen que ver con lo que el propio poder quiere darnos a conocer, en este
marco el internet se convirtió en un aliado para manifestarnos y expresar lo
que sentimos y creemos de un tema.
El
tema de fondo no es la falta de regulación del uso de internet, sino la
ausencia completa de una idiosincrasia de derechos humanos. Hemos disminuido
dialogar sobre los valores inherentes a la dignidad de la persona.
Es
imprescindible replantear la forma en como aproximamos a las personas a
repensar los derechos humanos como una forma de vivir, de respirar, de
trascender. Hemos empezado con los niños y niñas a través de temas que se
incluyen en los planes de estudio, sin embargo el contexto social en el que se
desenvuelven esos niños y niñas es adverso a la generación y réplica de la
práctica de los derechos humanos
Es
necesario que también los programas de derechos humanos se llevan a la
población que quedó fuera de un sistema escolarizado, y comenzar a generar una
cultura de la práctica de valores basados en los derechos humanos.